Las ciénagas a veces son tan profundas que cubren hasta el cuello y otras veces cubren las piernas y la tripa con el único cometido de dejar en libertad brazos y cabeza, que son aquellos que crean.
Hoy he visto la ventana de un estudio abierta por primera vez en toda mi vida desde que nos mudamos.
El paritorio de relatos no siempre está abierto pero cuando se dispone al público es porque los recién nacidos tienen una razón de ser. No suelen llevar camisetas de sentimientos ni lloran de dolor... menos hoy.
Porque hace tiempo que la ciénaga que cubre el cuerpo entero y mis propios ojos son presas agrietadas incontenibles. Escribo "siento, siento y siento" y "pienso, pienso y pienso". Y me acuerdo y me acobardo y rompo barreras y rompo a llorar.
Todo esto lo firma la misma persona ahogada por el lodo, la misma que firmó un testamento sobre el café, guardado en un sobre sellado con una tirita y enviado junto a un ramo a la mismísima China.
Por desgracia he de anunciarte que precisamente tú no dejarás de leerme ni estando en la otra punta del mundo.
10 de octubre de 2018
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