26 de agosto de 2019

No reconocerse.

-¿Y por qué me estoy mirando?
Ni siquiera se trataba de mí.
Había una persona al otro lado, con la nariz a escasos centímetros de la mía, clavando su mirada en mí. Tenía algo extrañamente familiar pero... no era yo.
Una mujer con arrugas, el pelo canoso, la piel estirada por la gravedad y las cuencas vacías: esa no podía ser yo.
Mi reflejo aún tenía reflejos naturales en el pelo por el sol, sonreía alegremente, tenía un par de hoyuelos a modo de arruguitas y la punta de la nariz enrojecida.
Las pestañas largas, las cejas pobladas... habían desaparecido.
La sensación interior distaba del reflejo que percibía, aquella muchacha poseía un brillo singular en los ojos frente a la batalla de la vida real y, a la anciana desgastada del otro lado, por dentro, se le caen los brazos del peso de los hombros y tiene tantas canas que ninguna alberga el destello de tiempos atrás.
Los pelos con luz propia ya se habían teñido, secado y caído.
Cuando me sentaba a la mesa con los jóvenes, dejaban de dolerme los pies y el corazón volvía a ir a ochenta latidos por minutos.
Ellos se reían pero no entienden que un día te miras al espejo y te preguntas: ¿Y a qué diablos estoy mirando?
La vida, de repente, se antoja corta. Las carcajadas echadas, fugaces y a la vez, un caliente y abrumador recuerdo.
De golpe, parece que siempre hubieses podido hacer más, como caminar hasta más lejos para encontrar al ser a quien quieres o haber agarrado una mano más fuerte.
Haber triunfado en la ópera o haber organizado esa excursión de senderismo.
Incluso haber descubierto una biblioteca abandonada en el bosque que, según te autoconvences, sigue estando por ahí fuera, con su dragón merodeando y muchos jóvenes en su estómago.
Pero acabas mirando a un espejo a alguien que se quedó atrás hace años, que te mira exasperada sin entender cuándo se esfumó todo ello.

Historia dedicada a aquella mujer que me dijo 'Y un día te miras al espejo y dices: ¿y por qué me estoy mirando? Y te ves a ti misma de joven y no te reconoces'. No sé qué puedes sentir pero, si al sentarte con jóvenes, te vuelves a sentir así: siéntate. 

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