No dijo nada.
Sólo sonrió.
Y me miró.
Con sus profundos ojos azules verdosos.
Y se colocó el pelo como si fuera un acto reflejo.
Y miré su brazo blanco como la nieve, donde las venas sobresalían.
Y su color pálido de piel me cegó.
Y sus labios secos agrietados me hicieron querer besarlos.
Y de hecho, lo hice.
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No reconocerse.
-¿Y por qué me estoy mirando? Ni siquiera se trataba de mí. Había una persona al otro lado, con la nariz a escasos centímetros de la mía, ...
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A Alicia L.: En la mañana del presente día de agosto, Alicia L., autora de la declaración y en total acuerdo con la propuesta (la actual de...
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Jamás nadie consiguió entrar en su casa... mucho menos verla. No penséis que, por leer ésto, seréis los afortunados que lo consigáis (porque...
Estoy obsesionada con tu blog. Ojalá publicaras más entradas.
ResponderEliminarCada día que pasa, me enamoras más y más con tus palabras y las sensaciones y emociones que transmites sin pretenderlo realmente.